«Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.» (Filipenses 4:19)
Él no era un apuesto Angora o persa, este gato de nuestra historia, sino sólo un gato ordinario. Durante los años de guerra en China, cuando el ejército japonés ocupó la ciudad de Shanghái, una mujer cristiana se encontró en grandes dificultades. Ella era ciudadana de un país neutral, por lo que los japoneses no la maltrataron; pero como su esposo era un ciudadano de una de las naciones aliadas, fue colocado en un campo de concentración…
Esos años de la guerra fueron difíciles para todos, pero especialmente para esta señora… La comida era muy escasa en las tiendas, y no siempre era seguro para ella salir a la calle para… comprar. Luego, su casa se infestó de ratas enormes que invadieron el lugar. Ella y un amigo oraron para que el Señor envíe un gato para librar la casa de las plagas.
Unos días más tarde, oyó un maullido que provenía del patio. Mirando hacia fuera, vio a un gato que vino hasta el porche. Corrió a la cocina y trajo un puñado de arroz hervido frío… y se lo tendió al gato. Inmediatamente el gato entró en la casa, se comió el arroz, y procedió a sentirse en casa. En poco tiempo, las ratas fueron quitadas.
El gato pareció percibir la situación en la casa… la escasez de comida… así siguió alimentándose. Cada pocos días entraba en el patio, maullando de la misma manera que lo hizo cuando llegó por primera vez a su casa. Ella iba a la puerta para abrirla, y el gato entraba con un selecto pedazo de carne que soltaba, y se sentaba a esperar a que ella venga a buscarlo. Otras veces se acostaba y esperaba a que viniera a buscarlo. Otras veces venía con la mitad de un pez en buen estado, pasando por el mismo proceso cada vez.
En varias ocasiones trajo aves de buen tamaño recién capturadas y todavía calientes. Estas cosas sucedieron con tal regularidad y en condiciones de escasez de alimentos, que esta mujer cristiana no podía dejar de darse cuenta de que su Padre Celestial estaba cuidando de sus necesidades en esta forma notable. ¡Dios estaba usando un gato para darle de comer como había usado a los cuervos para alimentar a Elías!…
Entonces el gran día de la rendición llegó. La mujer japonesa y su esposo fueron y tomaron su perro. El mismo día el gato vino caminando al patio al llamarlo como de costumbre. Cuando se abrió la puerta, entró para sentirse en casa una vez más. Después que el marido de la mujer fue liberado y su casa restaurada, el gato no volvió a traer comida.
-Sra. A.J. Ahlberg-
«Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. » (Mateo 6:32)