Una vez que la verdad de Dios obtuvo su entrada en el corazón del hombre y rindió la totalidad del hombre a sí misma, ningún poder humano o infernal puede desalojarla, la atendemos, no como un huésped, sino como la dueña de toda la casa. Esta es una necesidad del cristiano, no es cristiano el que no cree así. Los que sienten el poder vital del evangelio y conocen la fuerza del Espíritu Santo mientras Él manifiesta, aplica y sella la palabra del Señor, preferirían ser despedazados que apartarse del evangelio de su salvación. Hay miles de misericordias envueltas en la seguridad de que la verdad estará en nosotros para siempre, en que será nuestro apoyo de vida, nuestro consuelo en la muerte, nuestra canción de resurrección, nuestra gloria eterna. Este es el privilegio del cristiano, sin él nuestra fe tendría poco valor.
Algunas verdades las superamos con la edad y las dejamos atrás, pues no son sino rudimentos y lecciones para los nuevos, pero no podemos considerar igual a la verdad divina, pues aunque es un dulce alimento para niños, es también, en el mayor sentido, carne para los hombres. La verdad de que somos pecadores es dolorosa para nosotros a fin de humillarnos y hacernos estar atentos. La muy bendita verdad de que todo aquel que cree en el Señor Jesús es salvo, mora en nosotros como nuestra esperanza y nuestro gozo. La experiencia, más que hacernos soltar las doctrinas de la gracia, nos ha unido a ellas con más firmeza. Nuestros fundamentos y motivos para creer son ahora más fuertes, más numerosos que nunca, y tenemos razón para esperar que sea así hasta que en la muerte tomemos al Salvador en nuestros brazos.
Donde sea que este perdurable amor verdadero pueda ser descubierto, estamos obligados a ejercer muestro amor. Ningún pequeño circulo puede contener nuestra misericordiosa compasión, nuestra comunión de corazón debe ser amplia como la elección de la gracia. Muchos errores deben seguramente entremezclarse con la verdad recibida, luchemos contra el error, pero aun así amemos al hermano por la medida de verdad que vemos en él y, sobre todo, amemos y divulguemos la verdad.
Amén!!