“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. (Mateo 6:33)
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. (I Juan 2:15)
El camino que nos conduce a salvo a la casa de Dios es de abnegación, y no de auto-indulgencia. “No proveáis para los deseos de la carne” (Romanos 13:14) Las cosas temporales pueden usarse, pero las cosas eternas deben desearse. Hay una tendencia en nuestros días a desviarse de la cruz, y a ser atraídos hacia el puerto de la gloria en mares plácidos a bordo de un crucero de lujo, a tener el cielo tanto aquí como en el más allá. Si tú deseas excesivamente las cosas que son presentes, perderás las que son celestiales y eternas. Tú “que eres rico y has enriquecido y de ninguna cosa tienes necesidad”, considera bien antes de ser indulgente con tu carne en ese nuevo deleite que estás anhelando con tanta expectación entusiasta. En primer lugar, pregúntale a Jesús acerca de los lujos que ofrece el monte de los Olivos, donde pasó las noches en oración agonizante. Luego pregúntale cuán cómodamente él pendía de la cruz, con su precioso cuerpo expuesto a la mirada vil de la impresionante multitud; o cuán agradable y placentero que era el “manto real” que previamente le habían puesto. ¿Es el siervo mayor que su Señor? “Muchos quieren la gloria sin la cruz, el resplandor sin el ardor; pero la crucifixión debe preceder a la coronación”.
No puedo renunciar a ello,
¡El pequeño mundo que conozco!
Los placeres inocentes de la juventud,
Las cosas que atesoro así;
Es verdad que amo a mi Señor,
Y quiero hacer su voluntad,
Pero, ¡Oh, si pudiera disfrutar del mundo,
Y ser un cristiano también!
Y, sin embargo, fuera del campamento,
¡Fue allí que mi Salvador murió!
Era el mundo que lo echó,
Y lo vieron crucificado;
¿Puedo participar con quienes
lo clavaron en el árbol?
Y donde Su nombre nunca es alabado,
¿Es ese el lugar para mí?
Señor Jesús, que pueda yo habitar
¡Fuera del campamento contigo!
Siendo que allí estás tú, entonces allí solo
Está la paz y el hogar para mí;
Tu querido oprobio soportar
Voy a tenerlo como mi mayor ganancia,
Hasta que vuelvas, mi Rey desterrado
Para tomar tu poder y reinar.