«Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.» (Santiago 1:14,15)
Debe hacerse una cuidadosa distinción entre la tentación y el pecado. Creemos que muchas almas fervientes siguen en cautiverio y bajo acusación falsa, ya que están en busca de lo imposible, es decir, ser librados también de la tentación. Esto también ocurre porque confunden tentación con pecado, y aceptan la condena y un sentido de profanación cuando no deberían sentirlo. También los confunde sobre hasta dónde llegar en un testimonio abierto y confraternización.
La distinción entre los dos es clara a partir de Santiago 1:14,15. La tentación es continua, y ocurrirá mientras estamos en este mundo caído. Jesús fue tentado en todo según nuestra semejanza, y continuamente “sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas». Tentación es la estimulación de nuestros deseos naturales, lo cual es el significado correcto de «concupiscencia» en el versículo 14, ya sea apetitos físicos o facultades del alma o del espíritu.
Jesús fue tentado en todos estos reinos en el Monte de la Tentación. Pero el súbito impulso de tener este pensamiento equivocado, o decir esto, o aquello; la atracción de los ojos hacia una dirección ilegal; el primer movimiento de temor, preocupación, resentimiento, etc., es tentación, por la cual no somos responsables como sí del pecado voluntario. Se trata de «la concupiscencia (deseo) que ha concebido, da a luz el pecado». Es cuando permitimos que la tentación encuentre alojamiento en nosotros, cuando seguimos el pensamiento incorrecto, o permitimos al resentimiento permanecer, seguir mirando, hablar la palabra apresurada, etc., que la tentación se ha convertido en pecado. Obviamente, si nos resistimos a la tentación que se nos presenta, permaneciendo en Cristo, no debemos aceptar la condena, y nuestro testimonio para Su alabanza debe ser por Su poder protector en el día malo.
-Norman P. Grubb- Continuous Revival
Es sólo en la tentación que podemos saber realmente lo que hay en nosotros que impide nuestro progreso hacia la plenitud de Cristo. Así que la tentación es una necesidad. Con Cristo, no había nada pecaminoso en Él, pero siendo hombre tuvo que afrontar la tentación. Mateo 3:17 una voz dice: «este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia». Jesús fue reconocido, bautizado, y entregado al diablo. Así que no te sorprendas de lo que estás pasando, y aún pasarás. Es necesario, si vamos a ser purgados y limpiados.
-B. H. Clendennen-
Cuando los cristianos se ven expuestos a la tentación deben orar que Dios los sostenga, y cuando son tentados no deben desalentarse. No es pecado ser tentado; el pecado es caer en la tentación.
– D.L. Moody-