«Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios». (Romanos 10:03)
«Sino vestíos del Señor Jesucristo…» (Romanos 13:14)
Pero nos lo vestimos una vez por la creencia que recibimos, como nuestra posesión, Su justicia y mérito, que Él nos ha impartido, y vamos a comparecer sólo en ellos ante el trono de Dios. Nosotros también nos lo vestimos luego por imitación piadosa, al caminar como Cristo ha caminado.
-Spener-
Mira en el armario de Cristo y no encontrarás ropa desgarrada y harapienta. Cristo tenía manto de la justicia, la vestidura de la inocencia, la capa impecable de la templanza y la castidad; y con ellas Él pasó haciendo el bien. A partir de este armario hay que hacer nuestro vestido de boda. Tenemos que ser moldeables a Cristo. En la regla de nuestra obediencia, no hay que usar una prenda de nuestra propia imaginación, una devoción sin receta, irregular. En los extremos de la misma, debemos glorificar a Dios en la tierra; y en las partes de la misma, no hay que tener una prenda parcial. Esta prenda debe ajustarse a todas las partes, y debe ser universal.
-Farindon-
Jesucristo es nuestra ropa espiritual. El alma del hombre desde la caída está en un estado desnudo, desprovisto de esas gracias divinas del Espíritu Santo, que eran su ropa original en el día de la inocencia inmaculada. Para ser nuestra ropa, debemos vestirnos de Él en la fe. Un Cristo no aplicado no justifica a nadie, no salva a nadie. No fue suficiente bajo la ley derramar la sangre del sacrificio; también debía ser rociada con el fin de expiar la culpa.
-Burkitt-
Termina entonces tu nueva creación,
Puros y sin mancha seamos;
Vamos a ver toda nuestra salvación,
Perfectamente asegurados en Ti.
-Charles Wesley-
Oh, deja que los muertos ahora escuchen tu voz;
Ahora manda que tus desterrados se alegren;
Su belleza es esto, su vestimenta gloriosa,
Jesús, tu sangre y tu justicia.
-Nicolaus Ludwig von Zinzendorf Dominio Público-